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CRIANDO CON AMOR Y CONSCIENCIA

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Cuando los adolescentes empiezan a ser “monstricos” con sus padres: ¿Qué pasa de verdad?

De repente, un día, ese niño dulce que siempre buscaba tu abrazo y te contaba todo sobre su día parece haber sido reemplazado por un extraño. Ahora, en lugar de risas y conversaciones, hay portazos, miradas desafiantes y un silencio que grita más fuerte que cualquier palabra. ¿Te suena familiar? Si estás pensando: “¿Qué he hecho mal?”, respira. No eres el único que lo siente. Y no, no todos los adolescentes son “mostricos”, pero aquí te explico qué está pasando realmente.
La metamorfosis de la adolescencia
La adolescencia es una etapa de transición intensa. Tu hijo no solo está creciendo físicamente, también está atravesando un torbellino de cambios emocionales y psicológicos. Su cerebro está en construcción, literalmente. Durante esta etapa, el lóbulo frontal, encargado de la toma de decisiones y el control de impulsos, todavía está desarrollándose, lo que significa que muchas veces actuarán antes de pensar.
Esto puede explicar por qué parecen estar en una montaña rusa emocional: un momento están eufóricos y al siguiente están enfadados con el mundo. No es que quieran ser “monstricos”, es que su mundo interno está cambiando a tal velocidad que incluso ellos tienen problemas para procesarlo.
¿Son todos así?
La respuesta corta es: no exactamente. Cada adolescente es diferente, y su comportamiento depende de factores como su personalidad, la dinámica familiar y su entorno. Sin embargo, es común que la adolescencia traiga consigo un grado de rebeldía o confrontación. Esto no significa que algo esté mal contigo como padre o con ellos como hijos. Es su forma de explorar límites, buscar autonomía y encontrar quiénes son.
¿Por qué los padres son el blanco perfecto?
Como padres, somos su refugio seguro, incluso cuando no lo parece. Saben que, pase lo que pase, estaremos ahí, y por eso muchas veces descargan con nosotros emociones que no saben manejar. No es odio, es confianza. Esa actitud desafiante o ese comentario hiriente muchas veces esconden un mensaje que no saben expresar: “Estoy luchando por entenderme y necesito que sigas estando ahí para mí.”
Cómo sobrevivir a la etapa del “monstrico” adolescente
1. Mantén la calma: Su comportamiento no es un ataque personal. Si respondes con gritos o castigos impulsivos, solo alimentarás el ciclo de confrontación.
2. Escucha más, habla menos: Muchas veces, detrás de su actitud hay algo que quieren expresar pero no saben cómo. Pregunta con curiosidad en lugar de con juicio. Ejemplo: En lugar de decir: “¿Por qué siempre estás de mal humor?”,prueba con: “Parece que tuviste un día difícil, ¿quieres contarme?”
3. Establece límites claros: Amar y comprender no significa permitir todo. Los adolescentes necesitan saber hasta dónde pueden llegar, pero estos límites deben establecerse con respeto, no con miedo.
4. Recuerda que no es para siempre: La adolescencia es una etapa, no un destino final. Lo que ahora parece una batalla constante eventualmente se convertirá en una relación más madura y equilibrada.
5. Cuida tu propia salud emocional: Es fácil perderse en la intensidad de la crianza adolescente. Busca tiempo para ti mismo, habla con otros padres y no dudes en buscar ayuda si te sientes abrumado.
¿Y si no parecen “monstricos”?
Si tu adolescente parece tranquilo y evita conflictos, no asumas automáticamente que todo está perfecto. Algunos jóvenes internalizan sus emociones en lugar de expresarlas, lo que puede llevarlos a lidiar con ansiedad, depresión o aislamiento. La clave siempre está en la conexión: mantente presente y disponible, incluso cuando ellos parezcan alejarse.
Una reflexión final 
La adolescencia no es fácil, ni para ellos ni para nosotros como padres. Pero si logramos ver más allá del “mostrico” y entendemos que detrás de cada portazo hay una lucha interna, podremos acompañarlos en esta etapa sin perder la conexión. No tienes que ser un padre perfecto, solo un padre presente. Y recuerda: el adolescente rebelde de hoy puede convertirse en el adulto que te agradezca mañana por nunca rendirte.





Ana Guajardo   Psicoterapeuta | Madre | Mujer


Quiero criar con amor

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